David Alcántara, Febrero 2015
Ha sido un placer poder entrevistar al Prof. Francisco Medina, Catedrático de la Universidad de Sevilla y director del Grupo de Microondas.
¿Podría comentarnos un poco acerca de su actividad científica?
A principios de la década de los 80 del pasado siglo comencé a trabajar con mi supervisor y luego entrañable amigo el Prof. Manuel Horno Montijano, Catedrático de Electromagnetismo en la Facultad de Física de la Universidad de Sevilla. En aquellos tiempos la actividad científica en nuestro país no era comparable a la que se desarrolla en nuestros días. No obstante, ya existían muchos grupos, departamentos universitarios y centros del CSIC que funcionaban con los modos y costumbres de los países avanzados en estas cuestiones de la Ciencía y la Tecnología. Yo tuve la suerte de caer en un entorno de este tipo. Tras el fallecimiento prematuro del fundador del grupo de investigación (Grupo de Microondas de la Universidad de Sevilla), en el año 1998, he tenido el honor de ser su responsable y así trabajar codo con codo con un equipo de investigadores de prestigio internacional.
El trabajo del grupo, cuyo origen está en el Dpto. de Electrónica y Electromagnetismo de la Universidad de Sevilla y que hoy involucra a investigadores de ese departamento y los Dptos. De Física Aplicada I, II y III de la misma universidad, ha girado siempre en torno a la resolución de problemas electromagnéticos que surgen en el marco del diseño de circuitos y antenas de alta frecuencia (microondas, milimétricas, etc.). Estos dispositivos forman parte esencial de los ubicuos sistemas de comunicaciones de nuestros días. En tiempos más recientes el grupo ha ampliado sus intereses a otros campos tales como la imagen médica por RMN, la compatibilidad electromagnética y otros temás de índole más científica o fundamental (metamateriales y estructuras periódicas electromagnéticos).
Como el grupo ha tenido un éxito razonable en la obtención de financiación para llevar a cabo estas investigaciones, hoy en día dispone de un laboratorio de fabricación y medida de dispositivos de microondas, así como de sistemas de caracterización de antenas, equipamiento todo él bastante costoso. Gracias a esto se pudo pasar de realizar una investigación de naturaleza puramente teórica y computacional a incorporar la experimentación y el diseño de dispositivos prácticos en la mayor parte de las líneas de trabajo. Como consecuencia, aunque el grupo tiene un fuerte componente académico, en los últimos años se ha visto implicado en varios proyectos con empresas y con la Agencia Espacial Europea. Las aplicaciones que he mencionado antes demandan la solución de un buen número de problemas de tipo electromagnético, matemático y experimental en los que los miembros del grupo han trabajado durante más de tres décadas y sobre los que han publicado extensamente en revistas científico-técnicas y congresos de ámbito nacional e internacional.
¿Ha encontrado alguna dificultad o problema para llegar a ser quien es (académicamente hablando) a día de hoy?
La verdad es que, teniendo en cuenta las dificultades que tienen hoy en día nuestros jóvenes para desarrollar sus carreras científicas en nuestro país, sería superficial quejarse de los pequeños tropiezos que la vida le ha deparado a uno en este terreno profesional. Mi carrera profesional ha fluído de una manera que podría calificar de bastante “natural”: conseguí una beca de investigación (FPI) para realizar la Tesis Doctoral en el mismo Departamento en el que ahora trabajo, otra para realizar una estancia post-doc en el Instituto Nacional Politécnico de Toulouse (Francia), retorné con una plaza de Ayudante de Clases Prácticas, que se convirtió después en una plaza de Profesor Titular Interino, la cuál a su vez me dio la posibilidad de ser funcionario de carrera (Profesor Titular de Universidad) cuando todavía no había cumplido los 30 años.
Esto puede parecer casi insultante para los muchos investigadores, mujeres y hombres, que rozando la cuarentena no vislumbran la posibilidad de encontrar un trabajo estable, especialmente si es en España, y tienen que renunciar a conciliar su actividad profesional y su vocación con una vida familiar medianamente aceptable. En comparación con esto mi vida profesional ha sido un camino de rosas. Por protestar un poco, diré que la obtención de la plaza de Catedrático se retrasó un poco más de lo esperado (la obtuve con 49 años) gracias al absurdo sistema de acceso a las plazas de profesorado univeristario llamado “habilitación”. Hasta que no se impuso el sistema actual de “acreditaciones” no hubo nada que hacer. Pero ya digo que esto es un chiste si se compara con la situación actual de muchísimos investigadores españoles, muchos de ellos de valía excepcional.
¿Cambiaría algo de su trayectoria hasta el día de hoy?
Como respondía a la pregunta anterior, estimo que he llegado mucho más lejos de lo que imaginaba cuando empecé esta aventura de la investigación científica. En mi caso, la dedicación a este trabajo tiene un fuerte componente vocacional, pues de niño recuerdo que “de mayor” quería parecerme a esos señores de bata blanca o provistos de una tiza ante una pizarra que aparecían en ciertas películas y a los que los demás llamaban “profesor” o “doctor”. Aunque cuando las cosas vienen mal dadas la investigación tiene sus sinsabores, echando la vista atrás han sido muchas más las satisfacciones que los descalabros, de modo que me siento muy satisfecho de la vida que mi profesión me ha permitido llevar. Por tanto, no hay nada especial que cambiaría.
¿Cuáles son los factores que encuentra más importantes para alcanzar el éxito en el mundo de la investigación?
Bueno, en primer lugar creo que hay un parámetro importante, que casi nadie pone sobre la mesa cuando se habla de ello (por modestia o falsa modestia), pero al que me voy a referir aún a riesgo de ser políticamente incorrecto. No viene nada mal ser una persona inteligente, a ser posible por encima de la media, y tener una buena formación. Pero eso no es suficiente en modo alguno (en ocasiones, pocas, puede incluso no darse alguna de las circunstancias mencionadas). Aunque hay personas capaces de sobreponerse a un entorno adverso al desarrollo de la investigación (estos entornos adversos pueden ser generados por una amplia gama de factores, entre los que la incompetencia o la falta de vocación científica no son los menos significativos), lo cierto es que la inserción en las primeras etapas de la carerra en grupos de investigación estructurados y con supervisores con las ideas claras hace mucho.
Si se tiene buena cabeza y un buen entorno profesional, se tiene recorrida buena parte del camino. La iniciativa personal, la vocación que permita afrontar con ánimo los periodos de “sequía” de ideas o de resultados y un poco de buena suerte (a veces se trabaja duro en direcciones equivocadas, mala suerte) ponen el resto.
¿Considera que ha empleado su tiempo de la mejor manera? En otras palabras, ¿cuenta con un plan global de gestión del tiempo?
En absoluto. Aunque procuro corregir esta carencia, no creo haber destacado por ser una persona sistemática y organizada. Me veo a mí mismo como un investigador más “intuitivo” que “sistemático”. Es posible que sea una percepción mía sesgada, pero así es como yo lo veo. Y esto no es algo de lo que me sienta orgulloso, porque una mala organización del tiempo implica la necesidad de compensar con más trabajo (más horas). Cuando te vas haciendo mayor dispones de menos tiempo para derrochar de este modo (más familia y, sobre todo, más cargas burocráticas y de gestión) y entonces es esencial organizar bien tus tareas si quieres ser productivo.
¿Cómo planifica normalmente su trabajo? ¿Establece una lista de tareas o metas diarias a realizar?
Como se suele decir, es habitual que los asuntos urgentes desplacen a los importantes, y muchas veces es difícil tomar el control de tu tiempo. No obstante, establezco una lista de metas, no diarias, pero sí semanales. En muchas ocasiones son mis colaboradores los que me imponen el calendario, pues no vivo bien personalmente el sentir que por mí se retrasa el trabajo de los colegas.
¿Cómo establece prioridades en su trabajo?
Una parte importante de mi trabajo es la docencia universitaria, la cuál es totalmente prioritaria y tiene la ventaja de que está bastante organizada desde el principio. Lo que digo a continuación se refiere al resto de tareas (investigación y gestión). Como comentaba en la respuesta a la anterior pregunta, muchas tareas diarias vienen determinadas por “la actualidad” (ese correo electrónico que te llega a media mañana y que requiere de una respuesta para anteayer), pero procuro compartimentar el día de manera que las tareas que requieren de una atención prolongada (por ejemplo, la redacción de un artículo científico, la preparación de un tema para clase) se lleven a cabo a las horas del día en que son menos probables las interrupciones por parte del entorno (asuntos burocráticos, atención a los alumnos y a los doctorandos, etc.). Las tardes son adecuadas para esto. Las mañanas las suelo dedicar a temas cuya resolución requiere de tiempos relativamente cortos, inferiores a 30-45 minutos. No obstante, el día a día establece una dictadura que desbarata muchos de los planes que uno hace. Esto creo que no sólo me afecta a mí, sino que es un problema habitual de todas las personas que tienen algún grado de responsabilidad.
¿Se ha sentido alguna vez sobrepasado por una elevada carga de trabajo?
La verdad es que sí, muchas veces. Esto puede devenir en un problema serio, porque puede tener efectos desestabilizadores. En este sentido es muy importante saber delegar tareas en los compañeros del grupo, confiar en sus decisiones y competencia. Muchos hemos tenido la tendencia a supervisar de forma excesivamente rígida todo aquello sobre lo que se tiene algo de responsabilidad. Si esta actitud se extrema es muy contraproducente, porque es paralizante, tanto para uno mismo como para su grupo de trabajo.
¿Conoce algo acerca de alguna técnica de gestión del tiempo especialmente útil para la investigación?
Me ha llegado información de la Sociedad para el Avance Científico (SACSIS), pero ¡no he encontrado tiempo para leerla con detenimiento!
¿Considera que podría incrementar su productividad científica a través de una buena gestión del tiempo?
Probablemente sí. De vez en cuando me digo a mí mismo que debería aprender técnicas adecuadas para optimizar la organización de mi tiempo, pero no he sido capaz de llevar este deseo a la práctica.
¿Ha aplicado alguna vez alguna de estas técnicas en su día a día?
Como puede deducirse de la respuesta anterior, no, no he aplicado nunca técnicas especiales de manejo del tiempo.
DA: Muchas gracias por su tiempo. Le deseamos muchos éxitos en sus proyectos Prof. Medina